Tenía pendiente ir a una de las Iglesias Católicas Bizantinas que hay en Washington. Es una riqueza grandísima que tenemos en la Iglesia y recientemente caí en la cuenta de lo extraordinario que es tener la facilidad de asistir a varios de estos ritos que están en plena comunión con el Papa y cómo aún no se me había ocurrido participar en una de sus liturgias. A menos de media hora de casa tengo dos Iglesias Rutenas (que tiene su sede en Pittsburgh), una Ucraniana, otra Melquita. El otro día, cuando estuve en la capilla rutena de la Basílica, pensé que era el momento de ir y logré convencer a M., que es a very good sport, para que me acompañara. Buscamos un vídeo que nos explicara un poco lo de las Iglesias Bizantinas y dimos con este que lo hace bastante bien.
Fuimos a la Iglesia de la Epifanía, en Annandale. En la entrada, un parroquiano nos recibió con entusiasmo cuando le dijimos que era nuestra primera vez. Todo me ha parecido cautivador: la madera, los iconos, la luz, los gestos, la comunión de un bebé en brazos, las exclamaciones (“Wisdom! Be attentive!”), la sencillez y constancia de los cantos, la invitación a comulgar “con temor de Dios y fe”, la unción en la frente al final. En la homilía, además de recomendarnos que leyéramos la audiencia de BXVI sobre Simeón, el Nuevo Teólogo, el sacerdote nos contó partes de la historia de Paul Revere, ahora que ya se acercan las conmemoraciones de los 250 años de Estados Unidos. (La próxima semana es el aniversario de las batallas de Lexington y Concord, las primeras de la guerra de Independencia).
Fueron dos horas, que se me hicieron breves. Me ha resultado muy conmovedor.
TÚ ERES EL LENGUAJE Federico Gallego Ripoll Tú eres el lenguaje. (Eres el vuelo, el borde y la raíz. Eres la ausencia de adjetivos, el gozo y el dolor de la memoria, el color de esos ojos y el insomnio del gato. Lo mensurable en no y en sí lo infinitésimo, el corazón del hambre y el cáncer que hace mar la geometría purísima del agua. El quasar, el protón, el llanto, lo que crece sin semilla, lo que no tiene diástole ni sombra, la baba inteligente de Hawking, lo sustractivo y vertical, lo inquebrantable. Eres el azafrán, el centro de la tinta.) Y yo te balbuceo.