Viernes Santo en la Dominican House of Studies. Simple, solemne. Los mismos dominicos —jovencísimos y guapos— eran los que cantaban: toda la Pasión de san Juan, las lamentaciones, el miserere de Allegri, etc. Tienen su propio rito de adoración a la cruz. El mismo que vivieron san Alberto Magno, santo Tomás de Aquino, san Vicente Ferrer…
Two priests and two deacons (in alb, stole, and maniple) arrange themselves before the altar. The deacons will sing the Agios after each of the "Reproaches." The priests take up a covered cross from the altar on its Epistle side during the first Reproach and hold it up. The deacons and choir sing the antiphonally the Agios. The whole community and the ministers genuflect three times, once during each Agios. The Agios is then sung again in Latin, and the same three genuflections are made. This veneration ceremony is also repeated after both the second and third Reproaches.
Por la noche quería ver una película que no fuera la Pasión, pero ¿qué película podría ser la adecuada para un Viernes Santo? Pensé que quizá Roma, Ciudad Abierta, que tenía pendiente desde hace tiempo. Como es italiana y de los años cuarenta sabría que a V., que era la única que estaba en casa, le interesaría. ¡Y vaya si resultó apropiada para un Viernes Santo! Es un poco spoiler lo que voy a decir, pero al final hay un sacerdote arrodillado ante un hombre al que han torturado terriblemente. Los torturadores básicamente le dicen (son mis palabras): ecce homo! ¡Esto lo has hecho tú!
No dejéis de verla.
STABAT MATER
Vicente Huidobro
Allí junto a la cruz, allí está Ella,
devorando sus lágrimas callada,
más que la aurora, más hermosa y bella,
¡Virgen bendita! ¡Virgen adorada!
El alma destrozada y abatida,
llorando de dolor, cual nadie viera;
contempla en una Cruz morir la vida,
la vida que en su seno floreciera.
¡Oh qué grande aflicción y qué tristeza
no sentida jamás por criatura!
Marchita de su rostro la belleza,
marchita de sus labios la frescura.
¿Quién ante tal dolor no se conmueve?
¿Quién puede haber que a tal sufrir resista?
Nadie más, ¡Oh María!, te renueve
el enorme pesar que te contrista.
Ella, la Madre amante, sollozando,
junto al madero donde su Hijo muere.
Pidámosle perdón, perdón llorando,
a ella tan pura, que el pecado hiere.