Assateague Island estaba desde hace años en mi lista de deseos. Es un parque nacional conocido por sus playas y los caballos salvajes que andan por ahí. El sábado fue finalmente el día de hacer realidad ese deseo. Vimos un par de caballos, dimos una vuelta el coche, caminamos el “Life of the Dunes Trail” y finalmente nos asentamos en la playa. Caminamos un buen trozo por la orilla, dejándonos alcanzar por el agua helada. Nos cruzamos un horseshoe crab, un poco perturbador. Creía que lo que parecía un aguijón larguísimo era una especie de cuerno, pero ahora veo que es más bien una cola (o telson). Dice Google que les sirve para darse la vuelta, pero nuestras observaciones apuntan a que no les sirve de mucho para ello. Al final fue otro de los paseantes, menos reacio a tocar el fósil viviente, el que le dio la vuelta.
Había gaviotas de cabeza negra (Laughing gulls) y pelícanos y —¡la gran sorpresa!— delfines. No estaban muy lejos, así que los veíamos perfectamente desde la orilla. Me alegró haber empacado los binoculares en el último instante. Contamos unos ocho. M. me decía “¡qué suerte tienes!”, como si la suerte no fuera también suya, pero secretamente pensaba lo mismo: “¡Qué suerte tengo! ¡Qué regalos los que me envías!”
A JELLY-FISH
Marianne Moore
Visible, invisible,
A fluctuating charm,
An amber-colored amethyst
Inhabits it; your arm
Approaches, and
It opens and
It closes;
You have meant
To catch it,
And it shrivels;
You abandon
Your intent—
It opens, and it
Closes and you
Reach for it—
The blue
Surrounding it
Grows cloudy, and
It floats away
From you.