En DC he disfrutado mucho de los paseos en bicicleta. Mi ruta favorita es la que va hacia Old Town Alexandria, con un buen trayecto al lado del Potomac. Uno de mis primeros recuerdos de la ciudad es un paseo larguísimo que hice en bicicleta hasta Mount Vernon, cuando aún no tenía datos en el móvil. En esto noto que la tecnología me ha hecho un poco menos aventurera. Hoy no sé si me atrevería.
He decidido despedirme de la ciudad con un último paseo: después de Old Town seguí hasta el National Harbor y luego hacia el National Mall, el centro gubernamental y turístico de la ciudad. Me llamó la atención la cantidad de patitos: había un montón en el Potomac y en la “reflecting pool” del Mall. En el estanque hay unas pequeñas rampas de concreto perfectamente pensadas para que los patitos puedan salir a secarse un poco al sol.
Contra mi buen juicio —tengo indigestión de libros— decidí entrar a Capitol Hill Books, una librería a la que siempre había querido ir. Es de esas librerías caóticamente ordenadas, en las que hay libros por todas partes, con estanterías laberínticas, pero con un orden que las mantiene en pie. Un orden que parece a punto de romperse, pero que lo sostiene todo. Hay papelitos escritos a mano que sirven de guía o de amonestación, para mantener el caos bajo control, como aquél que decía: “Point of interest: When you remove a book from the self, it leaves behind a convenient book-sized space when you can PUT IT BACK if you decide you don’t want it” o el que decía con todo mayúsculas “DO NOT PUT BOOKS ON HEATER OR THE SHOP WILL BURN AND IT WILL BE ALL YOUR FAULT”. Estuve a punto de comprar “El Jardín de los Finzi-Contini” para regalárselo a D., pero finalmente decidí que le regalaría un poemario.
THE RHODORA
Ralph Waldo Emerson
In May, when sea-winds pierced our solitudes,
I found the fresh Rhodora in the woods,
Spreading its leafless blooms in a damp nook,
To please the desert and the sluggish brook.
The purple petals fallen in the pool
Made the black water with their beauty gay;
Here might the red-bird come his plumes to cool,
And court the flower that cheapens his array.
Rhodora! if the sages ask thee why
This charm is wasted on the earth and sky,
Tell them, dear, that, if eyes were made for seeing,
Then beauty is its own excuse for Being;
Why thou wert there, O rival of the rose!
I never thought to ask; I never knew;
But in my simple ignorance suppose
The self-same power that brought me there, brought you.