El viernes ha sido el último día en Washington. La mudanza es un memento mori constante: Sunt lacrimae rerum et mentem mortalia tangunt.
El último día ha dado para poco: un rosario en la Basílica, que ha sido una presencia constante en estos años, devolver dos libros a la biblioteca (uno de Judith Wolfe, uno de Ibáñez Langlois), una nueva visita a correos (esta vez mucho más amable) para enviar tres cajas de libros, escribir un par de cartas y postales, seguir moviendo cosillas de una maleta a otra y pasar un buen rato con quienes más he querido en DC.
Me han preguntado si quería salir a tomar un helado a nuestra heladería del barrio o la mítica de Georgetown a la que hemos ido otras tantas veces, pero nada me apetecía más que quedarme en casa, en buena conversación. Tenemos un jardín ideal con un fire pit que nos regalaron unos vecinos y unas cartas de conversación que dan para grandes descubrimientos y buenas risas. Hacía el tiempo ideal para un buen fuego, con frío y buen sol, y estuvimos allí hasta que nos envolvía la oscuridad. Como otras tantas noches me he ido tarde a la cama, después de estar un rato en la biblioteca, esta vez escribiendo un par de notes de agradecimiento, con la buena compañía de M., que conoce como nadie “el arte de la luna”: el de la cálida presencia silenciosa.
TEARS, IDLE TEARS
Alfred, Lord Tennyson
Tears, idle tears, I know not what they mean,
Tears from the depth of some divine despair
Rise in the heart, and gather to the eyes,
In looking on the happy autumn-fields,
And thinking of the days that are no more.
Fresh as the first beam glittering on a sail,
That brings our friends up from the underworld,
Sad as the last which reddens over one
That sinks with all we love below the verge;
So sad, so fresh, the days that are no more.
Ah, sad and strange as in dark summer dawns
The earliest pipe of half-awakened birds
To dying ears, when unto dying eyes
The casement slowly grows a glimmering square;
So sad, so strange, the days that are no more.
Dear as remembered kisses after death,
And sweet as those by hopeless fancy feigned
On lips that are for others; deep as love,
Deep as first love, and wild with all regret;
O Death in Life, the days that are no more!