Hace dos años el pádel no era nada en Colombia. El año pasado empezaron a construir canchas por todas partes y ahora hay un cierto furor (al menos en el lado ex-tenista de mi familia). Mi prima, que es ahora un de las top players, me invitó a jugar con su pareja de juego y su hija, otras de las top players. Gran mérito de paciencia por su parte, pues era la primera vez que cogía una pala de pádel desde hacía unos 15 años. Al menos le daba a la bola con un mínimo de dignidad.
En el parqueadero antes de salir, hice una llamada a quienes-sean-que-hacen-las-gestiones-del-visado-español-en-Colombia, que… ¡¡no hablan español!! Contestan desde un call-center, de esos en los que oyes las demás conversaciones, y te hablan en un español roto. Contestan preguntas que no les has hecho, porque no te han entendido bien y lo que sea que te digan suena tan poco serio, que es un poco exasperante. Parecía una llamada de estafadores. También la página web, cuando te dicen que no hay citas disponibles, aparece una ventanita que dice, tal cual, “Las espacios se publican instrucciones básicas del gobierno cliente”. Ah, vale.
Cena (ella un yogurt; yo, un helado) con la sabia M., que es de esas personas con una inteligencia especial, en el sentido literal del intus-legere: capacidad para “leer en el interior” de una persona. Más o menos ha sabido decirme el “para qué soy buena”. Me lo he apuntado y todo, como recordatorio, a ver si sé cómo sacarle punta.
REBELDE
Juana de Ibarbourou
Caronte: yo seré un escándalo en tu barca.
Mientras las otras sombras recen, giman o lloren,
Y bajo tus miradas de siniestro patriarca
Las tímidas y tristes, en bajo acento, oren,
Yo iré como una alondra cantando por el río
Y llevaré a tu barca mi perfume salvaje,
E irradiaré en las ondas del arroyo sombrío
Como una azul linterna que alumbrara en el viaje.
Por más que tú no quieras, por más guiños siniestros
Que me hagan tus dos ojos, en el terror maestros,
Caronte, yo en tu barca seré como un escándalo.
Y extenuada de sombra, de valor y de frío,
Cuando quieras dejarme a la orilla del río
Me bajarán tus brazos cual conquista de vándalo.