Viaje puramente burocrático a Bogotá, para pedir un visado de trabajo. Las 9 horas y media en el avión se me han pasado relativamente rápido. Llevaba ya dos semanas sin abrir mi libro del verano, Guerra y Paz, así que he disfrutado especialmente del largo rato de lectura. (Gracias a Austin Kleon, también leí este artículo sobre 10 cosas que hay que saber sobre Guerra y Paz. La décima: “The book has the worst opening sentence of any major novel, ever. It also has the very worst closing sentence by a country mile, which you will have to read four times before deciding that its proposition is perfect nonsense. In between, its greatness goes without saying: what sometimes gets forgotten is that it is not just great, but also the best novel ever written – the warmest, the roundest, the best story and the most interesting.”)
La llegaba a Bogotá no pudo ser más bogotana. Al parecer el equipo de fútbol había ganado algún campeonato y la ciudad —especialmente el área aledaña al aeropuerto— estaba colapsada. Yo pensaba, sobre todo, en la angustia de los que estarían intentando llegar a coger un vuelo. Tardé unas 2 horas y media en llegar a casa. Por suerte di con una amabilísima conductora de Uber que ya estaba atrapada en el colapso aeroportuario. Le interesó mucho que hubiera estudiado filosofía y muy pronto me preguntó por mis creencias religiosas. Me contó algunas de sus heridas con la iglesia Católica, su camino a una iglesia Cristiana y me preguntó qué quería decir Einstein cuando decía que creía “en el Dios de Spinoza”. Esto ya nos dio para que las 2 horas y media se hicieran un poco más ligeras.
EL DIOS NOCTURNO
Carlos Bousoño
A solas con mi Dios nocturno, a veces
me hundo en la noche, en el tranquilo reino.
Reposo entonces, y lo oscuro brilla
en el fondo del alma, junto al cielo.
Silencio puro. Mi Señor reposa.
Quietud solemne. Todo el fondo quieto.
Inmenso, Dios descansa sobre el alma
que le adora allá dentro.
Siga el reposo hasta que venga el día.
Con paz honda a tu lado, inmóvil, velo
tu celeste callar apaciguado
dentro del alma, en silencio.
Oh oscura noche grave, oh Dios nocturno
que vas pasando por el alma lento
para después amanecer con clara
luz, con sonidos claros, claros vientos.
Pero siga el reposo y la nocturna
luz de la luna sobre el grave sueño.
Allá en el fondo calla el hombre, y se alza
la noche de los cielos.