49. Giovanni da Fiesole on the Sublime, or Fra Angelico's "Last Judgment" (Richard Howard)
En la fiesta de Fra Angélico
Hoy es la fiesta de Giovanni di San Domenico, Fra Angélico (1395 - 1455), beatificado en 1982 por san Juan Pablo II.
Así lo describe Giorgio Vasari en Vida de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos (1550):
Fue humanísimo y sobrio, y viviendo castamente se desligó de los vínculos mundanos, diciendo con frecuencia que quien se dedicaba al arte de la pintura necesitaba vivir en la quietud y sin preocupaciones y que quien trata el tema de Cristo, con Cristo debe estar siempre (…)
Era su costumbre no retocar ni corregir nunca sus pinturas, sino dejarlas siempre como habían salido de primera intención, pues creía (según decía) que tal era la voluntad de Dios. Aseguran algunos que Fray Giovanni nunca tomaba el pincel sin haber hecho antes sus oraciones. Y nunca pintó un Crucifijo sin que las lágrimas le bañasen las mejillas: por eso, en los rostros y las actitudes de sus figuras se reconoce su bondad y su sincero y grande espíritu religioso cristiano.
Dos años después de la beatificación, san Juan Pablo II lo nombró patrono de los artistas, especialmente de los pintores. En la homilía que le dedicó ese día, hace una interesante inversión de los términos que suele usar el transhumanismo anti-cristiano. El Papa usa el neologismo dantesco trasumanar y habla de la paradójica tarea que tenemos de “crearnos a nosotros mismos”:
Las obras de Fra Angélico son un mensaje perenne del cristianismo vivo y, al mismo tiempo, un mensaje profundamente humano, fundado en el poder “transhumanista” (trasumanante) de la religión, en virtud del cual todo hombre que entra en contacto con Dios y sus misterios se vuelve semejante a él en santidad, belleza y bienaventuranza… En él la fe se hizo cultura y la cultura se hizo fe viva… En él el arte se convierte en oración (…)
Tanto para su vida como para su obra creadora, la palabra de Dios fue su fuente de inspiración, a la luz de la cual creó sus propias obras y, al mismo tiempo y sobre todo, se creó a sí mismo, desarrollando sus excepcionales dotes naturales y correspondiendo a la gracia divina.
Las iglesias de Roma están tan llenas de tesoros que es fácil perderse de unos cuantos si no se sabe a dónde mirar. En la Basílica de Santa María Sopra Minerva, bajo el Altar Mayor, está enterrada la gran Santa Catalina de Siena, así que la tumba de Fra Angélico puede pasar desapercibida (al menos es mi caso; no recuerdo haberme parado allí), a pesar de que también tiene su monumento prominente a la izquierda del altar, cerca del Cristo Redentor de Miguel Ángel. Más escondida está esta preciosa vidriera, que incluso me costó encontrar en el tour virtual de la página web, pues no aparece siquiera iluminada. Si vais a Roma este año jubilar, quizá os interese hacerle una visita. A la izquierda de la tumba, hay una pequeña puerta que lleva a uno de esos pasillos desangelados que no parecen tener nada interesante. Es el pasillo que lleva hacia la sacristía. Allí está escondida la vidriera, para mayor gloria del Beato, que le parecerá bien seguir pasando desapercibido.
Hoy, un poema ecfrástico en su honor.

GIOVANNI DA FIESOLE ON THE SUBLIME, or FRA ANGELICO's LAST JUDGMENT Richard Howard How to behold what cannot be held? Start from the center and from all that lies or flies or merely rises left of center. You may have noticed how Hell, in these affairs, is on the right invariably (though for an inside Judge, of course, that would be the left. And we are not inside.) I have no doctrine intricate enough for Hell, which I leave in its own right, where it will be left. Right down the center, then, in two rows, run nineteen black holes, their square lids off; also one sarcophagus, up front. Out of these has come the world; out of that coffin, I guess, the Judge above the world. Nor is my doctrine liable to smoothe itself out for the blue ease of Heaven outlining one low hill against the sky at the graveyard's end like a woman's body-a hill like Eve. Some of us stand, still, at the margin of this cemetery, marvelling that no more than a mortared pavement can separate us from the Other Side which numbers as many nuns and priests (even Popes and Empresses!) as ours. The rest, though, stirring to a music that our startled blood remembers now, embrace each other or the Angels of this green place: the dancing begins. We dance in a circle of bushes, red and yellow roses, round a pool of green water. There is one lily, gold as a lantern in the dark grass, and all the trees accompany us with gestures of fruition. We stop! The ring of bodies opens where a last Angel, in scarlet, hands us on. Now we go, we are leaving this garden of colors and gowns. We walk into a light falling upon us, falling out of the great rose gate upon us, light so thick we cannot trust our eyes to walk into it so. We lift up our hands then and walk into the light. How to behold what cannot be held? Make believe you hold it, no longer lighting but light, and walk into that gold success. The world must be its own witness, we judge ourselves, raise your hands.
Gran post, Marcela. Anotada queda la visita a la Basílica de Santa María Sopra Minerva. No se me olvidará nunca la primera vez que vi los frescos de Fra Angélico en San Marcos, Florencia. Un momento muy conmovedor en el que solo me salía rezar.