Con la tesis he comprobado lo mucho que me gustan las notas al pie y he entendido mejor porque Gómez Dávila habla de escolios a un texto implícito. A veces planto alguna flor que pertenecería más bien a esta antología (un poema de Emily Dickinson: “Tell all the truth but tell it slant…”) o algunas citas poco académicas a las que no me resisto, como estas de Simone Weil y C.S. Lewis sobre el deseo de poseer la belleza que no puede cumplirse en esta tierra y ante el que caben dos opciones: empeñarse en la posesión en todo caso, con efectos desoladores, o cultivar la esperanza, dejando que crezcan los anhelos. A ver si sobreviven la lectura del comité.
Una cosa bella no contiene ningún bien, salvo ella misma, en su totalidad, tal como se nos muestra. Vamos a ella sin saber qué pedirle y ella nos ofrece su propia existencia. No deseamos otra cosa, la poseemos y, sin embargo, seguimos deseando aunque ignoramos por completo el qué. Quisiéramos atravesar la belleza, pasar detrás de ella, pero no es más que superficie… Quisiéramos alimentarnos de ella, pero únicamente puede ser objeto de la mirada, aparece sólo a una cierta distancia. El gran drama de la vida humana es que mirar y comer sean dos operaciones distintas. Sólo al otro lado del cielo, en el país habitado por Dios, son una sola y misma operación... Quizá, en esencia, los vicios, las depravaciones y los crímenes son casi siempre, o incluso siempre, tentativas de comer la belleza, de comer lo que sólo se debe mirar. (Simone Weil)
No queremos solamente contemplar la belleza, aunque bien sabe Dios que esto ya es algo suficientemente generoso. Queremos algo más a lo que cuesta poner palabras: unirnos a la belleza que contemplamos, fundirnos con ella, recibirla dentro de nosotros, empaparnos, formar parte de ella. Por eso hemos poblado el aire, la tierra y las aguas de dioses, de diosas, de ninfas y duendes: para que, ya que nosotros no somos capaces, esas proyecciones puedan disfrutar de esa belleza, esa gracia, ese poder de los cuales es imagen la Naturaleza… Ahora nos hallamos fuera del mundo, en el lado equivocado de la puerta. Percibimos la frescura y la pureza de la mañana, pero estas no nos hacen frescos y puros. No podemos fundirnos con el esplendor que vemos. Sin embargo, cada página del Nuevo Testamento susurra el rumor de que no siempre será así. (C.S. Lewis)
LA ACCIÓN MÁS BELLA
Víctor Herrero
Piensa en algo que puedas poseer.
Piensa, por ejemplo, en algo ajeno, como un fruto en el árbol;
o si no, piensa en algo cerca de ti: en la presencia de quien incondicionalmente te ama.
Piensa en la garza estirándose en el aire y en las trampas que podrías urdir
para apropiarte, ufano, de su vuelo.
Ejecuta ahora la acción más bella que tu voluntad pueda acometer:
desea libres las alas del pájaro, la manzana en su madurez, las manos que sostienen tu vida con amor.
Celebra todo lo que no posees.
¡Enorme!