He vuelto a dos libros que tenía empezados desde hace tiempo: Faith, Hope and Poetry: Theology and the Poetic Imagination de mi admirado Malcolm Guite y How Does a Poem Mean? de John Ciardi.
En el de Guite iba por la parte en la que cita un poema de Thomas Hardy, “Afterwards”, y en el de Ciardi por donde cita el “Adonais” de Percy Shelley, y noté una conexión bonita. Ambos poemas hablan de la muerte de un poeta —el de Shelley lamenta la de Keats, Hardy imagina la propia— y ambos resaltan cómo la naturaleza es un poco más pobre sin sus miradas.
El poema de Shelley lo dice más directamente. La mañana, el mar, el eco de las montañas, la primavera, el ruiseñor, el águila, toda la naturaleza está también llorando la muerte de Keats: “All he had loved, and molded into thought, / from shape, and hue, and odor, and sweet sound, / lamented Adonais.”
En el de Hardy cada estrofa termina con el comentario que se imagina que harán sus vecinos cuando se muera: “He was a man used to notice such things”, “To him this must have been a familiar sight”, “He was one who an eyes for such mysteries”… ¿Qué son esas cosas que el poeta notaba, esos misterios? El mismo poema da la clave: “like an eyelid’s soundless blink / the dewfall-hawk comes crossing the shades…”, “the May moth flaps its glad green leaves like wings, / delicate-filmed as new-spun silk”, “the full-starred heavens that winter sees”… En el poema, la voz de Hardy nos llega después de su muerte—“Afterwards”— pero después de su muerte, esa mirada que Hardy logró articular tan bien en palabras ya no está para cantar las maravillas del mundo, y el mundo es un poco más pobre sin ella. El verso de Shelley —“All [they] had loved, and molded into thought…”— se puede aplicar a la muerte de todos los que han sabido apreciar y crear algo de belleza.
Misa en The Heights y comida con P., una de esas españolas de gran corazón, que casi te hacen sentir que eres la persona más estupenda en sus vidas aunque te vean unas dos veces al año.
Porque tenía que salir un poco de mi cabeza, he ido a visitar a C. a la residencia-hospital. Me pedía dos cosas: dulces y que tocara el pequeño cuadrito de en frente (un termostato) con el cuadro más grande (una pintura). Los dos cuadros tenían que estar conectados y la conexión sólo “se activaba” si los tocaba al mismo tiempo. Parecía darle muchísima paz, porque asentía con firmeza cuando lo hacía, así que ahí estuve un buen rato, tocando los cuadritos, dándole la única forma de felicidad que le podía ofrecer.
Para hoy, un poema de La comunidad del anillo. Es la canción que canta Bilbo, “suavemente, mirando la ventana”, en Rivendell, poco antes de que Frodo salga con la comunidad a la aventura. Aquí podéis escuchar una versión musicada que me ha gustado mucho.
I SIT BESIDE THE FIRE AND THINK
J.R.R. Tolkien
I sit beside the fire and think
of all that I have seen
of meadow-flowers and butterflies
in summers that have been;
Of yellow leaves and gossamer
in autumns that there were,
with morning mist and silver sun
and wind upon my hair.
I sit beside the fire and think
of how the world will be
when winter comes without a spring
that I shall ever see.
For still there are so many things
that I have never seen:
in every wood in every spring
there is a different green.
I sit beside the fire and think
of people long ago
and people who will see a world
that I shall never know.
But all the while I sit and think
of times there were before,
I listen for returning feet
and voices at the door.