74. Ohashido (Víctor del Moral)
Una larga conversación con L. por Zoom. “¿Esta conversación ya la hemos tenido antes?” Sí. Hace unos 15 años. Hay preguntas y angustias que nos acompañarán toda la vida.
Por la noche, la última chimenea del año. Hace un par de años Ibáñez Langlois me dijo que tenía que leer o, más bien, escuchar “Las alturas del Machu Picchu” de Pablo Neruda y la Anábasis de St. John-Perse, en traducción de T.S. Eliot. El primero lo escuché diligentemente en su momento. El segundo lo saqué de la biblioteca y desde entonces lo he tenido pendiente. Sabía que la única manera de leerlo era de una sola sentada y ayer, con la chimenea encendida, me pareció el momento ideal. Mucho por aprender.

OHASHIDO
Víctor del Moral
Lutier de la escritura,
Ueharasan (a orillas del Hirose,
un taller centenario),
fabrica estilográficas
con una tradición artesanal;
concibe cada pluma
para el exacto pulso
del futuro calígrafo.
Imagino sus manos
—la piel como corteza de un cerezo—,
trabajando en el torno
con una rara mezcla
de firmeza y dulzura.
¡Quién le hiciera a las mías ese don!
Retorcer y afinar
—pulso calloso y sabio—
las palabras para que se dirijan, amigo,
solo a ti.