He estado trabajando en los comentarios de la tesis de Dr. B. Me ha gustado mucho uno de los artículos que recomendó (es suyo), porque habla precisamente de un tema al que le estuve dando muchas vueltas cuando leí uno de los sermones de John Henry Newman que más me ha impresionado y que recomiendo vivamente: Palabras irreales. Dr. B. cita precisamente ese sermón —y otras de sus obras— y las conecta con Aristóteles para despejar una interpretación errónea —por intelectualista— pero común de Aristóteles: que privilegia la razón abstracta sobre el conocimiento concreto. Privilegia la teoría, sí, pero el conocimiento teórico no puede ser vago y vacío, sino bien fundamento en la concreto: tiene que “tocar” la realidad, que es lo que también dice Newman en aquel sermón. Lo he disfrutado mucho, así que aquí lo dejo.


Después me he pasado por la iglesia de mi barrio para rezar un Via Crucis. Además de tener una réplica de la Pietà de Miguel Ángel, tiene las imágenes del Via Crucis más bonitas del mundo. Por variar, he buscado el Via Crucis que escribió el Cardenal Ratzinger para el Viernes Santo del 2005, que fue muy poco antes de la muerte de Juan Pablo II. Me impresionó esto de la oración introductoria, por aquello del FOMO y del FOBO que mencionaba el otro día:
Líbranos del temor a la cruz, del miedo a las burlas de los demás, del miedo a que se nos pueda escapar nuestra vida si no aprovechamos con afán todo lo que nos ofrece. Ayúdanos a desenmascarar las tentaciones que prometen vida, pero cuyos resultados, al final, sólo nos dejan vacíos y frustrados. Que en vez de querer apoderarnos de la vida, la entreguemos. Ayúdanos, al acompañarte en este itinerario del grano de trigo, a encontrar, en el «perder la vida», la vía del amor, la vía que verdaderamente nos da la vida, y vida en abundancia (Jn 10, 10).
CUARTA ESTACIÓN: Jesús se encuentra con su madre *
Gerardo Diego
Se ha abierto paso en las filas
una doliente mujer.
Tu madre te quiere ver
retratado en sus pupilas.
Lento, tu mirar destilas
y le hablas y la consuelas.
¡Cómo se rasgan las telas
de ese doble corazón!
¡Quién medirá la pasión
de esas dos almas gemelas!
¿Cuándo en el mundo se ha visto
tal escena de agonía?
Cristo llora por María,
María llora por Cristo.
¿Y yo, firme, lo resisto?
¿Mi alma ha de quedar ajena?
Nazareno, Nazarena,
dadme siquiera una poca
de esa doble pena loca,
que quiero penar mi pena.
[*] De su Via Crucis poético
Una belleza. Gracias.